“Siempre será más fácil para todos obtener la plenitud y la trascendencia a través de las dificultades que supone el esfuerzo”. (Rubén Núñez de Cáceres)
El esfuerzo es un ingrediente básico para el éxito y más allá de alcanzar este último o no, el esfuerzo brinda la satisfacción de dar lo mejor de nosotros en todo lo que realizamos. El esfuerzo es la plataforma donde se sostienen todos los buenos resultados y es lo que les da sabor, sin él sólo alcanzaremos lo que es fácil, y ello no tiene ninguna trascendencia.
La afirmación de Freud: “origen es destino” nos permite reflexionar la profundidad de sus implicaciones, de ninguna manera me refiero a un determinismo radical y a ultranza pero es claro que lo que permitamos sembrar y crecer en nosotros y en los que amamos es lo que cosecharemos después. Por ejemplo en la familia tendremos un destino en virtud de lo que hemos decidido privilegiar, ello será la opción y búsqueda, ya sea que se trate de cosas superfluas o trascendentes. El actuar fuera de la familia estará referido en todo momento a lo que allí se consideró importante (1).
Nos dice Jean Piaget que “Los niños crean referencias para el futuro”, así lo que los hijos ven como lo preferido por los padres y los mayores es lo que trataran de repetir (1). Lamentablemente hemos perdido mucho aprecio por el esfuerzo, creemos que las nuevas generaciones no deben sufrir “lo que nosotros sufrimos”, que deben tener “lo que nosotros no tuvimos”, que se merecen el mundo entero si nos es posible dárselos y ello ha cambiado la apreciación que los niños y jovenes hacen del esfuerzo, hoy se buscan paradigmas de éxito material a través del mínimo esfuerzo, se busca la “felicidad” fácil en drogas, sexo, alcohol, etc. dejando de lado las posibilidades de disfrute y de alcanzar la plenitud y la felicidad mediante la oportunidad de experienciar el esfuerzo.
Hay muchas personas que encajan con los paradigmas de éxito contemporáneas pero ello no las hace felices, pero casualmente las personas que son felices son exitosas, casualmente las personas aprecian y disfrutan del esfuerzo son felices.
Hoy nuestros niños y jóvenes están en formación y su educación forma parte de ella, valdría la pena reflexionar si es importante sembrar en ellos la cultura del esfuerzo en lo que les toca hacer, si realmente serán mejores personas, si conformarán una mejor sociedad.
Si hoy no se esfuerzan en sus estudios ¿Cuándo lo harán?
(1) Educando en la tolerancia un ensayo de Rubén Núñez de Cáceres, pág. 5